Desde que nací me pregunto que hago aquí, esa pregunta moviliza mis días y convulsiona mis noches. Tratando de responder a esa pregunta me escapé de mi pueblo el día en que los arcabuces despedían a la Virgen de las Virtudes. El tren paso de largo y ví a una multitud alejarse de mí y yo de ellos. Han pasado 28 años desde aquel día y sigo moviendo mis pasos tratando de responder a esa pregunta.

En la escuela de Lecoq (París) aprendí que no se puede aparentar, tienes que ser.

En la RESAD (Madrid) aprendí que no es necesario las escuelas para ser actor.

En Mundomar (Benidorm) aprendí que la vida de un delfín es más genuina que la de cualquier actor.

Con la compañía de teatro “LA TARUMBA” (PERU). Aprendí que en Sudamérica el cuerpo está para gozarlo.

Con la compañía TEATRO DE LOS SENTIDOS. Aprendí a conocer el otro lado.

Y con Alekos Bill, aprendí que para ser narrador oral tienes que elevar el lenguaje a la categoría de 18 kilates.

Y el día que no me pueda levantar es porque estaré muerto.

Actualizado en mayo de 2020