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Olegario se dedicaba a reventar ranas, lanzar gatos al campanario y espiar a las chicas del orfanato. Era, en fin, un niño normal que se inclinaba hacia la informática hasta que la vida lo recondujo hacia el flamenco. Le dotó de dedos gordos como morcillas (inadecuados para las teclas) y le regaló una prima pelirroja, una hermana yonqui, una abuela muerta, un abuelo sabio y licencioso, una madre libertina y un padre que adoptaba distintas formas. Ah, y una novia huérfana que le introdujo en el cuerpo aquella extraña sensación mezcla de vértigo y melancolía. ¿Cómo no iba a acabar en el flamenco?
Una sesión de cuentos sórdidos con humor, amor, pasión y un pellizquito de poesía.
Un espectáculo flamenco sin cante ni baile ni ná. Solo palabras.
PABLO ALBO es un incondicional del Maratón de los Cuentos de Guadalajara. Lleva desde 1994 en el mundo de la narración oral, que considera un viaje sin fin, casi siempre valiéndose de un tono cómico: todo lo tinta el humor, pero si le levantas la orilla, ves que debajo hay peces. Vive a caballo de su Alicante natal y su Albacete de adopción, tiene además una amplia trayectoria como escritor de libros, con una amplia colección de premios, además de realizar cursos y colaboraciones en medios de comunicación.
Crónica de la sesión en Cultura EnGuada: Como una reina del flamenco
Galería de fotografías, por Mariam Useros - Mausba Foto:
