La literatura escrita descansa un pie en la narración oral. Soy de pueblo y he escuchado en casa, en la cocina y en las bodegas, historias que me han fascinado. Por ahí y por la lectura comenzó todo. Luego recogí folklore con Claudia. Retahílas, cuentos, trabalenguas, canciones y brindis. Y todo ello desencadenó una espiral que me llevó a los escenarios aunque no tengo formación teatral. Cuentos, romances de ciegos, brindis, chanzas de matanza y cuentos de creación propia; algunos escritos por encargo para grupos musicales o para instituciones. Escribir y contar, dos pasiones que se retroalimentan. Claudia es una clásica de la narración, sobria y austera, encandila a la gente con el hilo conductor de sus historias, ya sean sus cuentos de deseos, los cuentos de El Quijote, los cuentos de pastores o los cuentos judíos; se mueve como pez en el agua entre los cuentos tradicionales que ha contado durante décadas en colegios, bibliotecas, teatros o centros de cultura. Sentada, sin nada que distraiga ni la distraiga, hace que la historia monda y lironda se convierta en el centro del escenario.

Actualizado en abril de 2020